Había una vez un guerrero
con un corazón de acero.
Y su coraza infundía
miedo y temores ajenos.
Mas...un día – la providencia
a sus ojos placenteros
mostró un Mar y Sol nacientes
guiándolo a otro sendero.
Y ese nuevo sol de mares
derritió aquel brusco acero
y esculpió con su belleza
un nuevo y dulce guerrero.